Vivir todo el día con los niños requiere de una extrema flexibilidad. Hay que ser capaz de organizarse de tal modo que siempre hay que tener alternativas. Algo puede no resultar como se esperaba y hay que cambiar de plan, o algo resulto mejor de lo previsto y sea mejor invertir más tiempo en esta actividad, suspendiendo lo que se pensaba hacer después.
Es que nunca se sabe como reaccionarán los niños ante una actividad, aun cuando les sea conocida. Son muchísimos los factores que influyen como si tienen hambre, sueño, calor, frío, etc. Además tienen diferentes gustos y ahí es donde hay que desplegar cierta creatividad para que todos se sientan a gusto.
Como casi nunca un día resulta ser como esperaba al comenzarlo, puede resultar provechoso no anticipar demasiado lo que se planea hacer, pues si no resulta, los niños se frustran enormemente.
La capacidad que tenga yo, de crearles alternativas y de mostrarlas atractivas irá en directo beneficio del resultado de la actividad y de lo bien que lo pasemos.
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