Mi hijo Baltazar ya me reclamó que no hay un post solo de él.
Es que me cuesta mucho hablar de él.
Siempre me da como un vuelco el corazón cuando pienso en él.
Es que tiene una mirada intensa que te estruja y de pronto te das cuenta que llevas mucho rato hablándole y él solo te mira. Es como si a uno le viera el alma.
Mi relación con él casi no tiene razón y es por eso que me cuesta escribirlo.
No se si es porque se parece a mi de personalidad y de gustos, no se si es porque es el mayor, o porque simplemente es él,... Pero me conecto con Baltazar igual que cuando estaba en mi guata, igual que cuando lo amamantaba. Es visceral.
Al mismo tiempo es difícil porque siempre él me sorprende con desafíos a los que me veo enfrentada por primera vez.
Eso hace que el note mi entusiasmo pero también mi inseguridad. A él le tocaron mis mayores energías para levantarme por las noches o correr detrás de una pelota, pero también le ha tocado la cara de no saber que hacer ante la primera fiebre, la primera caída, etc.
Yo siento eso en su mirada y con mayor intensidad ahora que esta empezando a ser grande y noto en él que ya no solo me mira sino me evalúa y me perdona constantemente.
Baltazar es un niño tan bueno, que daría mi vida por que no sufriera ni se decepcione de todo, pero estos son dos ingredientes muy valiosos del crecimiento y no son evitables.
Si pudiera pedir un deseo pediría que yo no estuviese en la lista de quienes lo hagan sufrir o lo decepcionen... Pero también sé que eso no es posible.