viernes, 23 de marzo de 2012

Baltazar

Mi hijo Baltazar ya me reclamó que no hay un post solo de él.
Es que me cuesta mucho hablar de él.
Siempre me da como un vuelco el corazón cuando pienso en él.
Es que tiene una mirada intensa que te estruja y de pronto te das cuenta que llevas mucho rato hablándole y él solo te mira. Es como si a uno le viera el alma.
Mi relación con él casi no tiene razón y es por eso que me cuesta escribirlo.
No se si es porque se parece a mi de personalidad y de gustos, no se si es porque es el mayor, o porque simplemente es él,... Pero me conecto con Baltazar igual que cuando estaba en mi guata, igual que cuando lo amamantaba. Es visceral.
Al mismo tiempo es difícil porque siempre él me sorprende con desafíos a los que me veo enfrentada por primera vez.
Eso hace que el note mi entusiasmo pero también mi inseguridad. A él le tocaron mis mayores energías para levantarme por las noches o correr detrás de una pelota, pero también le ha tocado la cara de no saber que hacer ante la primera fiebre, la primera caída, etc.
Yo siento eso en su mirada y con mayor intensidad ahora que esta empezando a ser grande y noto en él que ya no solo me mira sino me evalúa y me perdona constantemente.
Baltazar es un niño tan bueno, que daría mi vida por que no sufriera ni se decepcione de todo, pero estos son dos ingredientes muy valiosos del crecimiento y no son evitables.
Si pudiera pedir un deseo pediría que yo no estuviese en la lista de quienes lo hagan sufrir o lo decepcionen... Pero también sé que eso no es posible.

martes, 20 de marzo de 2012

Turnos

Todos los días voy a buscar a mis hijos al colegio, y he descubierto en este ritual un tesoro. Es que en esto hay espacios únicos para conversar, pues al llegar a la casa los niños ya están en otra. No es conversar lo que quieren hacer.
Así es como creamos la siguiente tradición:
Al subirnos al auto, cada uno, yo incluida, debemos contar una cosa buena que nos paso, una cosa mala y una anécdota. Ésta última palabra implica casi cualquier cosa pero que debe ser especial. Así ordenamos la información y logramos que todos hablen en poco tiempo.
De esta forma los niños logran revisar su día de una manera cariñosa, que generalmente, aunque estén muy cansados, les muestra que fue un buen día. Aquello que fue connotado como malo, es compartido por lo que todos proponen maneras de solucionarlo o se animan a que no tiene por qué volver a suceder.
En los 8 minutos que demoramos en llegar a la casa, siempre las caritas les cambian y en vez de estar apesadumbrados, sonríen al descubrir cuantas cosas les han pasado.
Mirar hacia atrás es un ejercicio que pocas veces los niños hacen y les enseña a evaluar, y sintetizar conceptualmente en este caso.
Muchas veces me preguntan por qué soy tan tonta y no hago turnos para ir a buscar a los niños al colegio. Sería muy largo explicar todo esto y lo inigualable que es ese momento para nosotros.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Aburrimiento

Después de estas largas vacaciones de verano, en que pasaron miles de cosas, quisiera volver a reflexionar sobre un post que escribí antes y se llamaba “seguir”. En estas vacaciones llegué a conocer más profundamente a mi hijo Miguel de casi dos años y descubrí cosas en él que recién comienzan a aparecer. Por ejemplo que él tiene una necesidad imperiosa por caminar y estar al aire libre. Antes yo creía que él siempre quería salir como les gusta a todos los niños,.. pero él tiene una necesidad de explorar que yo no había visto antes en mis otros hijos. Él sale por la puerta y suspira como si recién pudiera respirar y camina más de lo que un adulto estimaría necesario o conveniente. Le gusta caminar solo, experimentar lograr ir donde él se lo plantee y detenerse en aquello que le parece interesante.
No es eso lo que todos buscamos hacer?
Pues Miguel lo tiene claro desde antes de cumplir dos años y si antes yo me aburría siguiéndolo, hoy lo disfruto pues entiendo que me esta mostrando lo que para él es importante. Es una experiencia de compartir su punto de vista.
Mi lección es que si me aburro estando con uno de mis hijos, ese es sólo el síntoma de que no estoy conectada con lo que esta pasando ni con sus emociones e intereses. Es una demostración de que no estoy entendiendo lo que me quieren decir.