martes, 17 de abril de 2012

Jardín

Miguel entró este mes al Jardín.
Es un Jardín nuevo que buscamos para él.  No es nada de fácil esta búsqueda, al menos para nosotros. Yo sé que la mayoría de los padres no se complica e inscribe a sus hijos en el primer jardín que encuentran, pero para mí es una decisión muy consciente y que implica muchísimas variables.
De partida no puedo entender a los Jardines que escolarizan a los niños, les exigen uniforme y esos delantales que además de ser horribles, son todo lo que un niño necesita para que su movilidad y espontaneidad queden arruinadas.
Pues bien, encontramos uno que milagrosamente no usa ni uniforme ni delantal, y no tiene todas sus murallas pintadas con dibujos animados, ni las salas saturadas de letras, colores o personajes. Sus paredes son blancas, y eso hace ver quienes son los protagonistas de esta historia: los niños.
Sus educadoras miran a los ojos a los niños, los llaman por su nombre todas las veces y aprovechan todo lo que los niños traen o les interesa para establecer una oportunidad de vincularse, de estimular el lenguaje y de construir algún conocimiento.
Es el único lugar que he conocido en que siento que mi hijo es tan importante como lo es para mí. No es parte de una lista ni de un número. No es una anécdota. Lo tratan como un individuo con intereses, motivaciones, historia, etc.
Esto me hace pensar en lo cuidadoso que debemos ser en escoger el entorno en que se desarrollan nuestros hijos. Es decisiva la cualidad de la relación que se establece con él, así como en el lenguaje en que se cimenta esta relación.