miércoles, 29 de febrero de 2012

Entrada a clases

Voy a ser lo mas honesta posible: la entrada a clases, sigue siendo para mí, una tragedia.
Al igual  que cuando era niña, no quiero que ese día llegue. Me sorprendo tratando de pensar en otra cosa cada vez que algo me lo recuerda, y evitando siempre hablar del tema.
Es que en las vacaciones lo paso tan, pero tan bien con mis hijos, que mi sensación es de que los recupero. Cuando terminan las clases en Diciembre mi alegría es tal como si mis hijos vinieran volviendo de un largo internado. No es que no me guste el colegio en que están, sino que me parece que el sistema escolar en general, nos impone como familia, un paradigma en el cual movernos, que muchas veces me es incómodo.

Para dar algunos ejemplos: detesto todo el tiempo que gastamos juntando ropas que cumplan con las normas, que la zapatilla no se le pueda ver ni la marca, que los pinches tienen que ser de un color, etc. Luego los horarios estrictos, que ni al baño se puede ir con libertad. Me carga que los niños se tengan que levantar tan temprano y llegar tan tarde a sus casas. Tienen tan poco tiempo libre!

Aunque trato de evitarlo, la relación entre padres e hijos se eclipsa por el colegio. Es como si no se pudiera hablar de otra cosa,.. que mamá tienes que comprarme tal material, que fulanita esta de cumpleaños, que ayúdame a estudiar para la prueba, que me falta el libro que me pidieron que leyera, que hoy me tengo que quedar hasta mas tarde así que venme a buscar a otra hora, etc., etc. Todo: el tiempo, las conversaciones, las preocupaciones, las ilusiones y la dedicación se las lleva el colegio,.... y es eso lo que detesto.
En general siento que se les exige tanto a los niños y se les da tan poco espacio para crear y explorar. Es por eso que todos mis esfuerzos durante el año apuntan a compensar toda esa área, que es personal, que respeta sus gustos y sus tiempos. En general, es en el arte, la música y la danza en que hemos encontrado esos espacios y también en esas arrancadas a la plaza o a andar en bicicleta en que por pocos minutos, demasiado pocos, somos dueños de nuestro tiempo como familia.

martes, 21 de febrero de 2012

Plátano

A la mayoría de los niños les gusta mucho comer plátano, y a las mamás también nos gusta que los coman.
Pero casi todos los niños ponen una mala cara cuando les toca una plátano muy manchado (muy maduro).
En vista de que esto siempre sucede con mis niños y que uno nunca quiere que se desperdicie la comida, decidí inventarles un cuento:
"Los árboles donde crecen los plátanos son muy bajitos y además los plátanos crecen todos apretados con sus hermanos. Para colmo, siempre crecen tapados por unas grandes hojas que el árbol tiene para protegerlos. De esta forma es absolutamente imposible ver las estrellas.
Pues bien, los plátanos sueñan con ver las estrellas y por eso sueñan con ser jirafas, pues creen que éstos son los animales mas suertudos de todo el mundo, pues son tan altos que pueden ver todo lo que quieran. Entonces, cuando el plátano es cortado del árbol, comienza su oportunidad de convertirse en jirafa.
Después de ser vendido en el supermercado, se va a nuestra casa, con parte de sus hermanos. Finalmente es comido. Si durante este camino logro ver muchas cosas que deseaba ver, poco a poco se va convirtiendo su piel en la de la jirafa,.... por lo que si te toca un plátano manchado,.. es porque es un plátano feliz"


Yoga



Mis hijos al practicar yoga han mostrado diferentes aspectos que hacen creer que les es muy beneficioso.

En primer lugar reportan la practica en si misma como un espacio de “relajación” y de “detener lo que estamos haciendo” que no se compara a ninguna otra actividad que ellos realicen normalmente. Es entretenido como un juego, cantan como en la clase de música, cuentan una historia que es como leer un cuento pero al mismo tiempo la actúan, se ejercitan como en educación física... pero en un idioma que es “especial”,... con los ojos cerrados “mirándonos a nosotros mismos”.

En casa han mostrado algunos cambios que personalmente se los otorgo a su practica de yoga. Por ejemplo han comenzado a hacer reportes verbales de su cuerpo que antes no hacían. Dicen que están incómodos, que están cansados y necesitan descansar, que tienen frío (los niños jamás admiten que necesitan abrigarse pero ahora lo hacen). Pareciera que adquirieran un nivel de conciencia corporal que les permite detectar lo que necesitan o lo que les molesta y al mismo tiempo se ocupan del cuidado de su cuerpo.

Por otra parte han aprendido que la respiración es un arma poderosa para modular las emociones y de esta forma pueden calmarse si están angustiados, apenados o enrabiados. Quiero aclarar que ellos espontáneamente no usan esta herramienta pero al ser sugerida, creen en ella y les es muy efectiva.

En nuestra vida cotidiana hemos incorporado el escuchar o cantar mantras o comunicaciones celestiales, que los niños disfrutan muchísimo, especialmente si tienen una “coreografía” que las acompañe. Al cantarlas todos juntos produce una instancia de comunicación y complicidad entre nosotros que es difícil de explicar y que no se puede comparar a nada que yo haya vivido con ellos,... bueno quizás con el amamantamiento.
Es decir, es una sensación de plenitud y de entrega hacia el otro completa, donde somos cómplices en el amor y en la felicidad. Los niños disfrutan tomándose de las manos y cantando, entiende la profundidad y trascendencia de todo lo que experimentan.
Visto desde un observador externo que muchas veces es el Papá (que no practica yoga pero que si la vive en familia), su conclusión es que al hacer yoga los niños son capaces de conectarse con su felicidad y enseñársela a los demás.

viernes, 17 de febrero de 2012

Soledad

Es difícil explicar por qué me dieron ganas de escribir este blog, pero lo más decidor es que a mi nadie me pregunta como me va en el trabajo.. y yo tengo tantas cosas siempre que contar!
 Ser mama todo el tiempo hace que uno desaparezca para

toda la sociedad. A nadie le interesas. Es sabido por todos

que cuando a uno le preguntan si trabaja, mi respuesta

debe ser No, cosa que es muy injusta. Además muchas

veces he tenido que vivir la situación en extremo humillante

de llenar un formulario y presenciar cómo el interlocutor que

hace preguntas, al llegar al espacio que hay que rellenar

con el concepto de “ocupación” o “actividad”, simplemente

lo tacha o escribe: NINGUNA.
Pero a la gente que te rodea, que son tus amigos y tus  familiares, que saben que siendo profesional te dedicas a la crianza de tus hijos en vez de trabajar, por una opción de vida y de entrega hacia tus hijos, debería importarles. O no?
Pero no es así. Cada vez que estoy en una reunión social y comienzan a hablar de las pegas, sé que ya nadie me dirigirá la palabra.
Lo peor de la situación es que no tengo compañeros de trabajo por lo que difícilmente durante el día tengo la oportunidad de conversar con otro adulto, compartir datos o contrastar ideas. Tampoco tengo la oportunidad de tener conversaciones significativas, de esas que te hacen reflexionar, cuestionarte, etc.
Me parece que la forma antigua de criar bajo el manto de una familia extendida tenía mucho sentido pues así las mujeres se apoyaban, conversaban, se reían y podía compartir todo lo que hacían.
Yo estoy siempre sola.
Y eso muchas veces es muy muy duro, pues me hace sentir que no encajo en ninguna parte, que nadie entiende ni se interesa en lo que hago.
Y también hay otra arista. Al ser profesional me tengo que bancar además la desaprobación de todos de no trabajar en aquello que estudié, en ser una perdida de esfuerzos por parte de mis padres al darme la oportunidad de estudiar.
Finalmente, y quizás lo que mas me duele, es que muchas veces mis propios hijos, que son educados en un colegio que también fortalece las ideas de exitismo y desarrollo profesional, se ven en una encrucijada. Una vez mi hijo Baltazar, tenía que hacer una tarea en que tenía que describir el trabajo de sus padres, como parte del aprendizaje de profesiones y ocupaciones. Él, muy angustiado con cumplir con lo pedido,  me dijo que no podía hacer la tarea pues yo no trabajaba. También en otra ocasión, Mariana me preguntó que qué iba a ser yo cuando grande, cuando creciera y quisiera estudiar y trabajar como lo hacen “todas las mamás”.
Todo esto, es quizás lo único malo de ser mamá todo el rato. Pero sé que es injusto y eso es lo importante.

viernes, 10 de febrero de 2012

Canciones

Hay una edad en que las guaguas comienzan a tener conciencia de que las cosas pueden cambiar a su alrededor. Se angustian al sentir mucho movimiento pues anticipan que uno va a salir por ejemplo. Es que los cambios en la rutina o a veces algunas partes de la rutina no les gustan.
Con todos mis hijos me resultó muy provechoso el cantarles una canción inventada, pero que siempre era la misma, para anticiparles una situación. Por ejemplo Miguel, mi hijo de casi 2 años, se altera muchísimo cuando ve que todos nos movemos, tomamos bolsos, llaves, etc. Es que él sabe que en muchas ocasiones él no esta incluido en la salida (cuando los hermanos van al colegio por ejemplo).
Entonces, si efectivamente vamos a salir de la casa y él va con nosotros, yo comienzo inmediatamente a cantarle una canción que siempre es la misma para esta ocasión y que habla de que vamos a pasear. Miguel inmediatamente se calma y puede esperar tranquilamente todos los preparativos que esto significa, como preparar su bolso, la leche, buscar la cartera, las llaves, el coche, etc.
Lo mismo hago cuando tengo que mudarlo, cuando es hora del baño y necesito recoger todas las cosas que eso implica, etc.
Anticiparse a los hechos a todos nos da tranquilidad.  A los niños pequeños que todavía no se comunican verbalmente, una melodía que se asocie a una acción, los ayuda enormemente.

Flexibilidad

Vivir todo el día con los niños requiere de una extrema flexibilidad. Hay que ser capaz de organizarse de tal modo que siempre hay que tener alternativas. Algo puede no resultar como se esperaba y hay que cambiar de plan, o algo resulto mejor de lo previsto y sea mejor invertir más tiempo en esta actividad, suspendiendo lo que se pensaba hacer después.
Es que nunca se sabe como reaccionarán los niños ante una actividad, aun cuando les sea conocida. Son muchísimos los factores que influyen como si tienen hambre, sueño, calor, frío, etc. Además tienen diferentes gustos y ahí es donde hay que desplegar cierta creatividad para que todos se sientan a gusto.
Como casi nunca un día resulta ser como esperaba al comenzarlo, puede resultar  provechoso no anticipar demasiado lo que se planea hacer, pues si no resulta, los niños se frustran enormemente.
La capacidad que tenga yo, de crearles alternativas y de mostrarlas atractivas irá en directo beneficio del resultado de la actividad y de lo bien que lo pasemos.

martes, 7 de febrero de 2012

Bicicleta

Hay pocas cosas tan emocionantes como aprender a andar en bicicleta sin rueditas.
Clara, mi tercera hija de 7 años lo logró esta semana. Si ya se, está un poco grande para eso, pero en esta ciudad no es fácil salir a andar en bicicleta, por lo que no practican mucho y todo se atrasa.
Por una razón que no entiendo, pareciera que esta tarea de correr al lado de los niños ayudándolos a equilibrarse, lo hacen mejor los padres. Así fue como esperamos a que llegara el papá, y que no hiciera tanto calor y salimos los seis, mas el perro, acompañando a Clara en su aventura.
Ella es una niña tremendamente entusiasta y valiente así que nunca se rindió hasta sentir que podía andar sola. Cuando esto sucedió, ella se detuvo y estalló en llanto. Corriendo nos acercamos a ver qué le pasaba. Dijo que lloraba de felicidad, que este era un momento que ella soñaba que llegara.
Fuimos espectadores de un momento que probablemente nunca se le va a olvidar y además aprendimos que nunca sabremos exactamente cómo son vividos los momentos por los demás, sino estamos atentos y podemos escuchar.
Bravo por Clara que aprendió a andar en bicicleta y que es capaz de verbalizar lo que le pasa, de manera de poder acompañarla en todo lo que emprenda!

Siesta

Hasta cierta edad los niños duermen siesta. En el caso de los míos difícilmente supera los dos años, pero es un tema. Muchos paseos se rigen por sus horarios.
El tema es qué hacer mientras ellos duermen.
Cuando son recién nacidos lo más sensato pareciera dormir. Pero cuando ya tenía más hijos, se me hacía imposible dormir pues quería aprovechar de estar a solas con mi otro hijo y volver a tener ese espacio de complicidad que he tratado de construir con cada uno.
Pero cuando están un poco más grandes, la siesta es mas corta y los minutos se pasan volando cuando uno quiere aprovecharlos en algo que no se puede hacer con ellos como leer una novela o sentarse a contestar el correo.
Entonces todos los minutos son preciosos. Se debe desconectar el teléfono si es necesario.
Lo que es una regla, es que no hay que descansar. Basta que uno ponga el cuerpo en posición horizontal para que ellos despierten. Es una regla metafísica que no ha sido ampliamente estudiada pero la práctica da la razón.

domingo, 5 de febrero de 2012

Seguir

Mi hijo menor tiene casi 2 años. Está en esa edad tortuosa en que hay que seguirlo a todos lados porque no mide riesgos, porque quiere explorarlo todo, porque es curioso, porque inventa usos insospechado para las cosas, etc.
Entonces no queda otra que seguirlo.
Por momentos es enternecedor, emocionante y uno se siente privilegiada de estar viendo como descubre, como crea o como se sorprende.
Pero por otros es aburrido. Muy aburrido. Uno quisiera estar en la conversación de sobremesa que esta ocurriendo en ese momento, pero no puede. Uno quisiera estar descansando, leyendo un libro, haciendo una llamada por teléfono o teniendo una conversación,.. pero no puede. Tengo que seguir a mi hijo por todas partes.
En esos momentos de tedio hay dos caminos. O uno se enoja y trata de pelear todo el rato por volver hacia donde uno quería estar, o uno se entrega y asume que es ahí donde tienes que estar. En esta última situación no queda más que abandonarse, olvidarme de mis propios deseos y asumir que yo elegí estar ahí para mi hijo, para ser su soporte y servir para su crecimiento.
No es fácil.
Nada fácil
Pero es como cuando uno trata de meditar. Siempre hay un primer momento en que uno pelea con la mente que te dice "que estas haciendo, esto no va a funcionar". Hasta que te abandonas y comienzas a meditar. Te dejas llevar y comienzas a ser un espectador de lo que esta por suceder.
Hoy me dedique a seguir a mi hijo y pude ver como se hizo amigo de un perro, trato de jugar con los legos con él, se asombró con los autos, descubrió un puente, encontró un sector del jardín que no conocía, por nombrar algo....

sábado, 4 de febrero de 2012

Almuerzo

Hoy mi hija Mariana decidió qué íbamos a almorzar.
Ella siente un amor increíble por cocinar. Increíble pues no lo comparto. Pero por suerte tiene a su padre, que dulcemente siempre la acompaña en estos desafíos.
Resultó un almuerzo delicioso y emocionante. Todos probamos por primera vez un plato y estábamos muy contentos y orgullosos de ella.
Mariana brillaba, con ese color que te da la alegría de poder compartir algo con quienes quieres y, al mismo tiempo, sentirte acogida, querida y admirada.
Acaso no nos pasa a todos que nos sentimos especiales cuando algo asi nos sucede?
Cuantas veces nos sentimos así?
Demasiado pocas.
Espero poder estar atenta para ofrecerle la oportunidad a cada uno de mis hijos de sentirse así. Parece ser una experiencia poderosa de felicidad que nos confirma que lo que uno emprende con cariño y dedicación, puede lograrse y al mismo tiempo puede hacer felices a los demás y a uno mismo.

viernes, 3 de febrero de 2012

Ida al Cine

Ayer fuimos al cine.
En el camino mi hijo de 11 años, Baltazar, le pregunta a la de 9 años, Mariana, de qué se trataba una película que sólo ella había ido a ver en Diciembre.
Ella, buena para dar detalles y descripciones eternas, se larga a hablar, desesperando al otro que esperaba una frase por respuesta.
Por supuesto terminó en pelea,.. Ella diciendo que para qué le preguntaba, si después no quería oír los detalles. El defendiéndose, diciendo que sólo quería saber de qué se trataba la película,.. No de qué color eran las botas de no se quien.
Decidí intervenir
Les expliqué en un tono humorístico, que existían dos tipos de personas: LAS descriptivas y LOS sintéticos.
Mostré algunos ejemplos que les eran familiares como el de su mamá y su papá por ejemplo y el tipo de conversaciones que nosotros tenemos.
Les mostré que ninguno era bueno ni malo sino simplemente dos maneras distintas de contar las cosas y que tiene que ver con cómo recogen la información y en qué se detienen.
También les mostré que era importante aprender de la forma que no nos era natural.
Les di como ejemplo cómo a Mariana siempre se le hacen pocas las líneas para contestar una prueba y en cambio Baltazar siempre tiene menos puntaje en las preguntas de desarrollo porque ..... no las desarrolla.
Cuando vi que ya se reían con este asunto les propuse un desafío. Íbamos entrando a ver una película y cuando llegáramos a casa, el papá les iba a preguntar de qué se trataba.
Ambos le contarían pero con el estilo inverso. Mariana podría decir solo cuatro oraciones. Baltazar en cambio tendría que describir la acción, los personajes, dar ejemplos, relacionarlos, etc.
El desafío resultó muy divertido.
y ahora cada vez que quieren contar algo preguntan "de que modo vas a querer el relato?"