martes, 20 de marzo de 2012

Turnos

Todos los días voy a buscar a mis hijos al colegio, y he descubierto en este ritual un tesoro. Es que en esto hay espacios únicos para conversar, pues al llegar a la casa los niños ya están en otra. No es conversar lo que quieren hacer.
Así es como creamos la siguiente tradición:
Al subirnos al auto, cada uno, yo incluida, debemos contar una cosa buena que nos paso, una cosa mala y una anécdota. Ésta última palabra implica casi cualquier cosa pero que debe ser especial. Así ordenamos la información y logramos que todos hablen en poco tiempo.
De esta forma los niños logran revisar su día de una manera cariñosa, que generalmente, aunque estén muy cansados, les muestra que fue un buen día. Aquello que fue connotado como malo, es compartido por lo que todos proponen maneras de solucionarlo o se animan a que no tiene por qué volver a suceder.
En los 8 minutos que demoramos en llegar a la casa, siempre las caritas les cambian y en vez de estar apesadumbrados, sonríen al descubrir cuantas cosas les han pasado.
Mirar hacia atrás es un ejercicio que pocas veces los niños hacen y les enseña a evaluar, y sintetizar conceptualmente en este caso.
Muchas veces me preguntan por qué soy tan tonta y no hago turnos para ir a buscar a los niños al colegio. Sería muy largo explicar todo esto y lo inigualable que es ese momento para nosotros.

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